En 1922, Josep Esquius Portella decidió comprar la casa para poner una industria textil para que la gente pudiese seguir viviendo en el pueblo. Más tarde, reconvirtieron la casa en un bar, donde también había una carpintería y un barbero, que tuvo que cerrar cuando el pueblo empezó a emigrar hacia las colonias textiles vecinas a trabajar.
Cuatro generaciones más tarde desde los inicios, se ha restaurado la casa para que se pueda pasar una bonita y tranquila estancia rodeados de preciosos bosques.
En la casa podemos encontrar cuatro habitaciones con baño privado, un espacio abierto de cocina-comedor y salita con chimenea, sala de televisión, zona de barbacoa y Hot-Tub.